Es sabido que la intolerancia a la lactosa de la leche trae múltiples problemas estomacales, algo que pulula en nuestras cabezas por haber leído u oído algo… pero no lo suficientemente potente como para anularla de nuestra dieta sin mala conciencia, por tradición lechera o promoción machacona de sus múltiples bondades… «porque su calcio es ideal y necesario para huesos en niños y mayores». Pues no, la cantidad recomendada al día, está exagerada en niños, además la gente suele inflarlos por defecto en tema lácteos y es muy común embutirles, un par de vasos, dos yogures, algún fermento l-casei, queso… es mucho más importante que el que se tome quede fijado en el hueso gracias a la vitamina D que nos puede aportar 10 minutos de sol todos los días y obtener además otros minerales que encontramos en otros alimentos como algas, sésamo, brócoli y coles. Por no decir que la asociación de la falta de calcio lácteo con la osteoporosis es prácticamente falaz.
Digerir la leche es realmente complicado si no eres un bebé y consumes leche humana, es entonces cuando posees la enzima adecuada para el proceso y esta es la que contiene un porcentaje de proteínas adecuado que neutraliza ácidos estomacales.
Para digerir la leche de vaca, el organismo tiene que convertirla en glucosa y galactosa mediante una enzima, la lactasa, que no posees si eres intolerante. Pues la galactosa si no es transformada, se ha relacionado con causas de infertilidad, problemas en ovarios, incluso cataratas.
Poniéndonos más suaves… la leche produce mocos, alergia, eccemas y problemas cutáneos (sobre todo si también consumimos trigo) y enfermedades más complicadas, porqué esas proteínas de las que hablamos (albúmina y caseína) acaban pasando al torrente sanguíneo activando el sistema inmune para eliminarlas. Algo que es mucho más habitual de lo que creemos es el síndrome de hiperpermeabilidad intestinal, unos agujeros en las paredes del intestino de muy fácil aparición, por malos hábitos alimenticios, tabaco, estrés o la ingesta de antiinflamatorios o antibióticos, y todos los niños pequeños lo tienen…
Después de cosas como estas si la decisión de tomar leche se mantiene, no está mal conocer otras alternativas lácteas como la de cereales, de granjas ecológicas, por supuesto. Las vacas que pertenecen a ganaderías intensivas estandarizadas son tratadas con hormonas y antibióticos exageradamente y comen piensos nauseabundos cargados de pesticidas y diversos venenos, lo cual es ya el culmen del rechazo. Por supuesto, todas estas porquerías acaban pasando, en mayor o menor grado, a la rica leche que te tomas cada mañana.