La nutrición proporciona los bloques fundamentales para los procesos corporales y, como tal, desempeña un papel clave en la prevención y mitigación de enfermedades. La identificación de las deficiencias nutricionales comunes en una enfermedad en particular, como el síndrome de fatiga crónica (SFC), proporciona una rúbrica para crear un protocolo de apoyo para quienes padecen la enfermedad.
Si bien la etiología del SFC sigue siendo difícil de alcanzar, es probable que exista una conexión entre la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo y la inflamación. Por lo tanto, los nutrientes asociados con el equilibrio oxidativo y la salud mitocondrial proporcionan beneficios prometedores para comenzar a identificar las posibles deficiencias de nutrientes subyacentes a este trastorno.
Los mejores suplementos contra la fatiga crónica
Las deficiencias de nutrientes actualmente asociadas con la disfunción mitocondrial y/o el SFC incluyen:
- Vitaminas del grupo B. Especialmente B6, riboflavina, tiamina, B12 y ácido fólico
- Coenzima Q10 (CoQ10)
- Ácidos grasos esenciales
- L-carnitina
- L-triptófano
- Magnesio
- Ribosa
- Selenio
- Sodio
- Vitamina C
- Vitamina E (durante los brotes)
- Zinc
En la práctica, evaluar e identificar estas posibles deficiencias de nutrientes puede ayudar a adaptar un enfoque nutricional que respalde el manejo del síndrome de fatiga crónica. La suplementación puede proporcionar una herramienta importante para contrarrestar el papel que puede desempeñar tal deficiencia. A pesar de que la investigación sigue siendo limitada, hay algunos estudios prometedores.
Investigación sobre el síndrome de la fatiga crónica
En uno de los estudios que se han llevado a cabo, los participantes tomaron un suplemento multivitamínico y multimineral durante 2 meses. El producto produjo una mejora significativa en la fatiga, el sueño, el sistema nervioso autónomo y los dolores de cabeza. Además, demostró poseer una capacidad antioxidante que logró mejorar la situación en pacientes con SFC.
Concretamente, se trataba de un suplemento ampliamente disponible que contenía la mayoría de las vitaminas y minerales comúnmente complementados (muchos de los que aparecen en la lista descrita arriba). Por el contrario, no contenía carnitina, triptófano, ácidos grasos esenciales, ribosa o CoQ10.
Por otra parte, un segundo estudio utilizó un complejo a base de vitaminas del grupo B, vitamina E, calcio, fósforo, magnesio, MSM, ácido alfa-cetoglutárico, L-carnitina, L-tirosina y factor NT, la fuente de muchas de estas vitaminas y minerales, como fosfolípidos de bacterias beneficiosas como la fosfatidilcolina. Tras una sola semana, los participantes experimentaron una reducción del 35,4% en sus niveles de fatiga, así como marcadores mejorados para la salud mitocondrial. Cabe destacar que la investigación también encontró beneficios en la carnitina, NADH, CoQ10, D-ribosa, vitamina B-12 y suplementos de ácidos grasos esenciales.
Combatir la deficiencia de nutrientes
Puedes obtener cualquiera de los nutrientes mencionados a partir de algunos alimentos, es una forma saludable y natural de conseguir los fitoquímicos adicionales que pueden servir para apoyar tu salud mitocondrial, el equilibrio oxidativo y otros procesos corporales.
No obstante, las personas con síndrome de fatiga crónica pueden necesitar una cantidad mayor de la que se pueda encontrar en los alimentos. Por ello, es recomendable recurrir a suplementos nutricionales, estos proporcionan un aumento de la ingesta de los nutrientes clave. Ideales para contribuir al control de la fatiga y otros síntomas.
Referencias
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